El enfoque territorial es una perspectiva heurística que contempla al territorio como el escenario socialmente construido donde ocurre todo lo social y simbólico; sin embargo es a la vez natural, espacial, social, cultural, económico, político, e histórico.
Un territorio es una construcción social dinámica que constituye un proyecto político que incluye una relación de poder o posesión por parte de un individuo o grupo. Región, lugar, espacio y territorio no son nociones neutras desprovistas de contenido y significación, sino formas creadas socialmente, cargadas de sentido e identidad; en estos conceptos radica la esencia de la espacialidad de la vida social y son expresiones de la geografía del poder, con las manifestaciones de cooperación y conflicto que del ejercicio de éste se suscita (Montañez y Delgado, 1998). El enfoque territorial en el desarrollo rural significa un cambio de perspectiva: de lo sectorial a lo multisectorial, promoviendo el análisis multidimensional (elementos económicos, políticos, sociales y ambientales, entre otros); así, contempla al territorio como el escenario donde todas estas dimensiones suceden y se articulan, por lo que no se busca desarrollar un sector, sino al territorio y sus actores en conjunto.
El territorio es la convención provisional y dinámica de la dialéctica socio-ambiental, nunca exenta de conflictos y contradicciones tanto al interior del grupo (o grupos) social(es) que lo habitan como en relación a grupos externos.
El territorio es por tanto producto de un complejo proceso de construcción que implica un dominio (Económico-político) y una apropiación (simbólica-cultural) de formas-contenido asignadas por los sistemas sociales (Haesbaert, 2004). Dicho proceso está mediado funcionalmente por relaciones verticales y horizontales de acciones y objetos sociales, en escalas, jerarquías y tiempo (Arreola, s/f:5).
La territorialidad es una propiedad emergente de un espacio que está sujeta a causas y condiciones sociales. Con relación a la noción de `espacio´ de Santos, el enfoque de `territorio´ incorpora relaciones de poder, las distintas dimensiones de apropiación territorial, e incorpora y da un peso mucho mayor a las dimensiones políticas y culturales. Según Arreola (s/f) el Espacio es la condición y fundamento del Territorio, la transformación de uno en otro está mediada por la representación que hace del espacio un actor o grupo social: “el espacio, una vez representado, ya no es espacio sino territorio, resultado de un proceso de apropiación” (Arreola, s/f:5)
La apropiación del territorio es una propiedad emergente cotidiana, continua y diferenciada de las distintas partes del sistema social en respuesta a los desafíos del entorno; los sistemas sociales precisan apropiarse del territorio para sostenerse, perpetuarse y dotarse de sentido en un espacio geográfico y temporal. Según Weber y Revert (1993; citado en Arreola s/f) existen tres dimensiones de apropiación territorial: la dimensión subjetiva corresponde al proceso mediante el cual un grupo humano ejerce control, posesión y hace suyo una porción del espacio geográfico dotándolo de un sentido y una serie de símbolos; La dimensión concreta se refiere al acceso y aprovechamiento de sus recursos (naturales y socialmente transformados) para su sustento y reproducción; por último la dimensión abstracta constituye el establecimiento de una serie de reglas, normas e instituciones que regulan el acceso a esos mismos recursos (Arreola, s/f). Según Arturo Escobar (2008) todo territorio es un territorio de diferencia ya que engloba una construcción local y regional única, a nivel ecológico, cultural y social.
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